Lo que comes es tan importante como el motivo por el que comes.
Nuestros pensamientos y creencias alrededor de la comida impactan en nuestro poder metabólico y en la química de nuestro cuerpo.
Los químicos que produce nuestro cuerpo con los pensamientos son muy poderosos y estos químicos pueden promover nuestra salud o dañarla.
Marc David, fundador de la escuela de psicología de la alimentación nos enseña que muchas veces, la motivación para bajar de peso nace del miedo. Cuando lo que nos mueve es la motivación nos decepcionamos muchísimo si fallamos, la motivación nos impulsa a bajar de peso sólo por vernos bien y esta recompensa no es suficiente para lograr un cambio profundo.
Los verdaderos cambios suceden cuando estamos inspirados y no sólo motivados.
La inspiración nos impulsa en cada paso del proceso sin enfocarnos sólo en la recompenza de vernos bien; cuando estamos inspirados comemos alimentos sanos porque eso nos hace sentir bien, porque comemos de forma consistente con nuestros valores.
La motivación viene de afuera de nosotros, la inspiración viene de nuestro interior y se basa en nuestros valores.
Respuesta del metabolismo.
Nuestro metabolismo responde a los pensamientos, sentimientos y experiencias que tenemos.
Cuando el pensamiento que te motiva a comer sano o a bajar de peso es “voy a hacer esto porque si no voy a engordar, o me voy a enfermar, o no voy a verme bien” creamos la química del estrés. Esta química es contraproducente pues actúa en contra de nuestro objetivo.
Algunas veces nos podemos motivar a través del estrés y lograr las lo que buscamos pero lo logramos de forma temporal. Si lo que buscas es mantener un estilo de vida sano no puedes lograrlo con el cuerpo lleno de la química que produce el estrés. Con el estrés producimos exceso de insulina y cortisol, y estas hormonas le dicen al cuerpo que acumule grasa y deje de crear músculo.
Cambia tus hábitos negativos.
Para cambiar un mal hábito la fórmula de consciencia, aceptación y ajustes es la más efectiva.
1. Consciencia: Para cambiar un habito negativo el primer paso es hacernos conscientes de que tenemos ese mal hábito, algunas veces este es el paso más difícil.
2. Aceptación: En segundo paso necesitamos poder aceptar que tenemos ese hábito; aceptarlo sin juzgar. Por ejemplo, si reconocemos el mal hábito de comer de más y nos juzgamos con cosas como “soy el colmo no tengo fuerza de voluntad” “no tengo autocontrol” , “soy lo peor” y demás cosas así. Activamos la respuesta del cuerpo al estrés.
Aceptarte es respirar, relajarte y decirte: “está bien, soy humano”.
3. Ajustes: No es hasta que nos aceptamos que podemos empezar a hacer ajustes sostenibles.
El primer ajuste básico es el de cambiar los pensamientos negativos por pensamientos positivos, esta es una de las estrategias de cambio más poderosas que hay.
Hemos creído que la forma de cambiar un mal hábito es atacándolo; atacando tu peso o atacando tu hábito por comer de más.
El estar en constante estado de ataque nos pone en constante estado de estrés.
Al estar en un estado continuo de “luchar o huir” creamos la química del estrés. Lo contrario a atacarnos es cambiar un habito negativo por uno positivo.
Por ejemplo, a un cliente que come mucha azúcar no le digo “deja el azúcar”, lo que le sugiero es “ come un plato de verduras con todas tus comidas” y eso naturalmente lo ayuda a substituir el azúcar por alimentos sanos.
No atacamos el hábito del azúcar, más bien lo empezamos a empujar suavemente con un buen hábito como el de comer más verduras.
Si buscas cambiar un mal hábito de forma sostenible, para que el cambio dure toda tu vida, empieza por reconocerlo y aceptarlo sin juicios antes de tratar de hacer cambios y ajustes.