La palabra es energía, es una de las fuerzas más poderosas que tenemos, tanto que tiene el poder de destruir o de construir. El poder de la palabra junto con el del pensamiento crean nuestra vida y crean la realidad.
Las palabras son creadoras, sin la palabra un pensamiento no se puede convertir en una realidad. Si los pensamientos y palabras son las herramientas con las que creamos nuestra realidad entonces debemos escoger sabiamente las palabras para crear la realidad que queremos para nosotros.
El poder de la palabra y los niños.
Desde el nacimiento hasta los 2 años las ondas cerebrales del ser humano están predominantemente en la frecuencia que se conoce como Delta, que es la frecuencia cerebral más baja. Esta frecuencia sube a niveles un poco más altos de los 2 a los 6 años cuando alcanzan la frecuencia que se conoce como Theta, esta es la frecuencia que los hipnotistas buscan para cambiar los hábitos de sus pacientes pues en esa frecuencia cerebral somos más sugestionables y programables.
Los niños de 0 a 6 años absorben muchísima información que les ayuda a adaptarse a su medio ambiente. Lo que observan y escuchan, especialmente de sus padres, se graba en su memoria subconsciente de tal forma que los comportamientos y creencias de sus padres o cuidadores se cablean en su mente como si fueran propias.
Las creencias que adquirimos de los 0 a los 6 años controlan nuestra biología por el resto de nuestra vida… o por lo menos hasta que decidimos hacer un esfuerzo consciente para desprogramarlas.
Alrededor de los 6 años la frecuencia sube nuevamente y nos influenciamos menos por el entorno, a esta edad las ondas cerebrales suben a frecuencia Alpha que es un estado de consciencia calmada. Cerca de los 12 años la frecuencia sube a nivel Beta, que se caracteriza por ser una frecuencia en donde nuestra conciencia está activa, enfocada; en frecuencia Beta es en la que estás leyendo ahora este artículo.
Con la meditación creativa buscamos bajar nuestra frecuencia cerebral a nivel Theta para llegar a un estado en el que podemos influenciar nuestro subconsciente y así poder cambiar nuestros pensamientos desde la raíz, buscamos llegar a la misma frecuencia cerebral en la que viven los niños de 2 años o menos que son altamente influenciables por la palabra, especialmente la de sus padres.
Todo lo que le digamos a un niñito de menos de 6 años le llega directo al subconsciente, por lo que debemos elegir sabiamente las palabras con las que le hablamos pues literalmente estamos grabando en su cerebro, como si fuera un disco duro, cada una de las palabras que le decimos.
Un niño al que le dicen que no sirve para nada o que es un estorbo va a crecer con el sentimiento de no ser suficientemente bueno para ser amado, por el contrario un niño al que le repiten que lo aman y que es un regalo en la vida de sus padres va a crecer con mucha seguridad y amor.
Elige crear con tus palabras.
La palabra es tan poderosa que debemos educarnos para hablar con palabras que creen lo que queremos crear.
1. Contigo.
Escoge tus palabras sabiamente, cuando nos quejamos de nuestra vida con otras personas lo que estamos haciendo es poniendo esa energía negativa en el universo para que esta se convierta en realidad.
Desde hace más de 20 años conozco a una persona a la que quiero mucho pero por diferentes motivos veo muy poco, cada vez que la veo le pregunto cómo está y sin excepción su respuesta siempre es “para variar, estoy jodida”, en México esa expresión se usa para decir que estas en una situación económica muy difícil…apretada.
Cuando dices algo en voz alta y lo repites suficientes veces tus palabras se convierten en la verdad, no sólo en tu mente sino en la mente de todos los que te escuchan, no me extraña que esta persona siga jodida igual que hace 20 años que la conocí.
Si vas a hablar de ti habla de todo lo bueno que tienes y crea la vida que quieres vivir.
Eres el creador de tu vida.
Si estas pasando por un momento económico difícil no digas “estoy jodido”, di mejor algo como “estoy en el proceso de crear abundancia económica en mi vida”.
Muchas veces nos hablamos de una forma en la que no le permitiríamos a nadie más que nos hablara así. Háblate y habla de ti como lo harías de la persona más importante del mundo pues eso eres.
2. Con los demás.
Construye con tus palabras, tienes el poder de construir o destruir muchas vidas con la palabra. Piensa siempre lo que dices y cómo lo dices pues eres no sólo responsable de lo que dices, sino también de que tu mensaje se entienda correctamente.
Un buen comunicador se hace responsable de lo que dice y de cómo lo interpreta la persona o personas a quien se lo dice.
Hace muchos años contraté a una persona que el primer mes quedó bastante mal en un trabajo que le había encargado, yo estaba muy enojada pero siendo su jefa tuve que buscar la forma correcta de decirle lo que pensaba y decidí hablarle del corazón y con la verdad. Le dije que estaba convencida de que no me había equivocado al contratarlo pero que su respuesta no había sido la que yo esperaba, que a pesar de las presiones que tenía de mi jefe para despedirlo no lo iba a hacer pues confiaba en que lo que había pasado era parte de su curva de aprendizaje y que no se iba a repetir. De más está decir esa persona terminó siendo uno de mis más brillantes colaboradores y que me dolió cuando tuve que despedirme de él porque le ofrecieron un mejor puesto dentro de la empresa donde había destacado por su excelente trabajo y compromiso. No digo que haya llegado tan alto por mis palabras, eso fue mérito de él, pero sé que yo tuve el poder de marcar de forma positiva o negativa su vida dentro de la empresa con mis palabras. Desgraciadamente no siempre fue así y sé que con mis palabras varias veces lastimé a otras personas, claro que me arrepiento y espero no volverlo a hacer nunca más.
Dicen que a las palabras se las lleva el viento, es posible, tal vez muchas personas no se vas a acordar de lo que le dijiste pero siempre se van a acordar de cómo los hiciste sentir con tus palabras.
En la comunicación 90% es cómo dices las cosas y 10% es lo que dices.
Así que como dice Don Miguel Ruiz en Los Cuatro Acuerdos; honra tus palabras, se coherente con lo que piensas y lo que haces.
Si no tienes nada bueno que decir, no lo digas.
Habla con la verdad pero nunca hieras, no uses la palabra para manipular y alinea tus palabras con tu tono de voz, con la expresión de tus ojos, la expresión corporal y tu conciencia interior.